Testigos de hielo

TESTIGOS DE HIELO

Gracias a las perforaciones de las profundidades de casquetes de hielo y glaciares de Groenlandia, la Antártida y otros lugares, se ha obtenido agua que ha permanecido congelada durante decenas de miles de años. Atrapados en el hielo se esconden los rastros de impurezas químicas que encierran una valiosa información sobre la historia del clima.

Se abandonaron los sedimentos oceánicos para centrarse en los testigos de hielo, extraídos de profundas perforaciones, de hasta unos tres kilómetros. No vale la perforación en cualquier sitio, hay que acertar con depósitos glaciales idóneos, donde la nieve se haya ido acumulando a lo largo de decenas de miles de años. Conforme se va depositando la nieve, se comprime por su propio peso y termina por formar hielo, reteniendo en el proceso abundante información sobre el clima.

Se puede determinar la edad de hielo por simple recuento del número de años. En el centro de Groenlandia, donde nieva a menudo, el hielo forma capas anuales y se pueden analizar los estratos como si se tratara de los anillos de crecimiento del tronco de un árbol. La estratificación del hielo glacial suele percibirse a simple vista, pues los cristales de hielo procedentes de la nieve estival son mayores que los del resto de las estaciones. También se pueden detectar las capas anuales por medio del análisis de acidez de hielo que es más elevada para la nieve estival que para las del resto del año.

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